SELECCIONADO EN ANTOLOGÍA FINAL "SIN-VERGÜENZA/KANAYA" 2025
Muy contento al saber que mi relato, "Al tajo", se ha colado entre las obras más destacadas del V certamen de Valladolid "SIN-VERGÜENZA/KANYA 2025" de microrrelato. Por lo menos eso dice el diploma. Aquí os dejo el citado micro para que lo disfrutéis.
4 “Al tajo” de Miguel A. Calle
La luz de los candiles parpadeaba luchando por no caer derrotada ante la oscuridad. Mientras tanto, en las entrañas de lugar, pequeñas venas de agua ennegrecida sudaban por los túneles de roca apuntalados a bajo nivel. Entre el olor a sudor acumulado de varias jornadas y el ambiente azufrado, un grupo de obreros rodeaba a una mujer que no dejaba de vociferar.
—¡Empuja… AHORA!
Se contrajo hasta el extremo. Sus músculos se tensaron con el esfuerzo y los tendones se marcaron bajo la piel. El dolor trepó por la espalda hasta que los esfínteres dijeron basta, regalando una colección de heces cuyo hedor no fue tenido en cuenta por los rostros bañados en hollín que la rodeaban.
—¡Más… un poco más, ya asoma la cabeza!
La naturaleza comenzaba a abrirse paso. El feto colgaba con parte de la anatomía aún dentro de su madre, engastado entre las caderas hasta que un rasgado final facilitó la escapatoria.
—¡Síiii, ya está aquí, es una niña!
Luego de abandonar su herramienta de trabajo más preciada, un pico demandante de las caricias de una piedra sílex, la mejor amiga de la protagonista se hizo con el retoño para envolverlo en una mugrienta manta que utilizaban para espantar en frío en las profundidades de aquel infierno.
Exhausta y dolorida, mientras la recién parida trataba de deshacerse de la placenta que colonizaba parte de su piel, aquella comenzó a suplicar ante los presentes que la observaban con ternura.
—De esto ni una palabra. Bastante me ha costado esconder el embarazo entre cargas de dinamita y derrumbes. Rápido, lleváosla lejos de este lugar, que no os vea el patrón. Ese cabrón es capaz de despedirme —manifestó la madre con el cuerpo crujido por las costuras al mismo tiempo que se calaba el casco—. He de bajar de nuevo a la galería en la próxima vagoneta. Soltera y sin ayuda del padre necesito el jornal más que nunca.
A continuación, se sumó a la cuadrilla en el elevador de varilla mientras recordaba con nostalgia las sabias palabras de su difunto abuelo: «El carbón no tiene sentimientos. Estudia niña, estudia. Pesa menos un lápiz que una pala… y olvídate de los hombres».
Comentarios
Publicar un comentario